miércoles, 23 de marzo de 2011

Penúltimas horas

7.59h. Suena el despertador. Pasado el parte, la NDR trae una entrevista a un portavoz de Die Linke (La Izquierda). Aplaude la abstención del Gobierno de Merkel ante la intervención occidental en Libia. Pero no es suficiente. Le pide coherencia. A Merkel, se entiende. Es decir, que retire las tropas alemanas de Afganistán. En definitiva, que haga como él, en coherencia con China, Venezuela y otros países de la Izquierda.

9.02h. Desayuno con Nina, la novia de Jörn, uno de mis compañeros de piso. Se ha quedado dormida y Jörn se ha ido al trabajo sin despertarla. Trabaja (ella) en una organización en defensa de los derechos humanos. Me pregunta por mi garganta. Dice que debería hablar menos cuando salgo por la noche. Me corrige cuando le digo que mi garganta está angezündet. Vamos, que me duele (Halsschmerzen). Dice que el verbo es entzünden (inflamar), y no anzünden (prender fuego). Anzünden, entzünden. Me tomo un Ibuprofeno. Ella se va al trabajo, en bici, a hacer el bien.

9.32h. Regreso a la habitación. Retomo Leute von Hamburg de Siegfried Lenz. En un momento el autor habla de un artista, cuyo lema es "lo que es, debe ser".

11.39h. Cojo el metro dirección St. Pauli y allí me encuentro con Susana, una española medio sueca que enseña español y medio sueco. Tomamos café y nos despedimos.

13.45h. Voy a la Hauptbahnhof, la estación central. Allí cerca le doy la última clase de conversación a Fery, una alemana de origen iraní que estudia español porque es muy flamenca ella. Hoy me expone la biografía de Diego el Cigala. Qué tía. Se ha descargado la vida del cantaor de su web oficial y me la ha recitado de memoria sin entender ni papa. Yo, claro. Ella lo ha entendido todo.

16.15h. Me echo un rato tras haber cambiado el paracetamol por el ibuprofeno, la sopa de pollo con verduras por un filete de carne. Mientras llega el sueño sintonizo la NDR. La ministra de educación dice que Alemania es un lugar muy atractivo para gente talentosa. Ya no puedo dormir. Espero el background de la declaración, pues aquí no hay declaración que no vaya acompañada de su correspondiente background. El Gobierno ha aprobado una ley para facilitar la convalidación de títulos extranjeros. Alemania sufre escasez de mano de obra cualificada, y un exceso de inmigrantes cualificados poco aprovechados. 300.000 leo después en Die Zeit. Sólo en los campos de las matemáticas, la informática, las ciencias naturales y la tecnología se necesitan 117.000 trabajadores. Y yo aquí tumbado.

18.10h. Voy para el Hospital Universität Klinikum Eppendorf, a visitar a una amiga recién ingresada. Quedo con Roberto, el marido, en Dammtor, cerca de la Universidad. No es muy grave, dice. Allí cogemos el autobús. A Roberto (y a mí) no deja de sorprenderle la ligera despreocupación de los alemanes por un pariente recién ingresado. Al llegar a la planta del hospital me comenta Roberto: "Fíjate, no hay visitas". Dice que somos como los turcos.

20.22h. Hace algo más de un cuarto de hora que he salido del hospital y espero todavía el segundo autobús para ir a la Hauptbahnhof. Miro el tiempo de espera. Hace dos minutos la pantalla señalaba que faltaban dos minutos para el siguiente autobús. Y así durante diez minutos. Una chica, razonablemente irritada, empieza a caminar hacia la estación de metro más próxima. Miro el Iphone para situarme en el mapa. Llega el autobús, que me deja en Dammtor.

20.39h. Pierdo el S-Bahn para ir a Berliner Tor. "Schade!", ¡qué pena!, exclama otro viajero que ha corrido la misma suerte. El resto me mira con sorpresa. Nos miran con sorpresa. Por la carrera inútil que nos hemos pegado. A los dos minutos vendrá el siguiente S-Bahn...

21.08h. De vuelta a casa, después de haber pasado por Real, un supermercado, y haber hecho acopio de pañuelos para contener el incipiente resfriado, unas mandarinas, zumos y sopa enlatada de pollo con verduras. Al llegar me comentan mis compañeros de ir a un bar con música en directo. Por la descripción que me hacen, pinta como el London Bar barcelonés. Vamos para allá.

6 comentarios:

  1. Enorme. Te leo todos los días. Cuídate el entzünden. Un fuerte abrazo.

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  2. Enorme, desde luego. Lo del hospital me recuerda la anécdota de mi director en Commerzbank en Barcelona, que era alemán, cuando sufrió un infarto. Fue ingresado y cuando, al cabo de tres o cuatro días, por la tarde, con mi mujer, porque eramos, somos, amigos además de compañeros, fuimos a visitarle, su mujer, que es de Toledo, salió de la habitación y, cerrando la puerta a su espalda, nos atendió en el pasillo. No nos permitió la entrada en ningún momento. Según nos comentó, en Alemania los enfermos descansan y no hacen, como dice el post, "de turcos". Curiosamente, para nuestra mentalidad española tradicional, mi mujer, que es enfermera, me dijo al salir "olé sus narices; así se debería actuar siempre; el enfermo necesita tranquilidad y no folclore".

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  3. Me recuerda a los que debían ser mis últimos días en Bucarest, cuando se me acabó el Erasmus.

    Marcel

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  4. Me ha hecho gracia lo del London bar barcelonés de Hamburgo. Como no los conozco me lo imagino del tipo irlandés de aquí de Valencia.

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  5. En lo del London Bar debo una aclaración: así fue como me lo imaginé cuando me lo describieron. La realidad fue otra. Y diría que a mejor si esos recuerdos londinenses no me traicionaran tanto...

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